El balonmano necesita dirigentes de verdad, que quieran y aprecien este deporte y que eviten esperpentos como el vivido durante el verano en la liga Asobal y que concluye con el descenso administrativo del Arrate y la repesca, a última hora y con carácter de urgencia, del Anaitasuna de Pamplona.
Y es que un conjunto con una deuda acumulada de 1.900.000 euros, no puede recibir una moratoria de dos meses para completar los trámites exigidos y poder inscribirse en la competición. Cierto que al final ha sido la falta de un aval de 150.000 euros lo que ha provocado el descenso, cierto que, más que probablemente habrá una discriminación hacia otros deportes por parte de las instituciones, pero no se puede consentir.
Toledo y Alcobendas rechazan jugar en Asobal
Además, este descenso ha provocado una reacción en cadena en la que Toledo, en un ejercicio de responsabilidad, ha rechazado la posibilidad de regresas a la Asobal por tener un equipo pensado y diseñado para la B y por querer sanear su economía y en la que Alcobendas ha demostrado que bastante tiene con lo que tiene y más con la espantada protagonizada el año pasado.
El Anaitasuna será equipo Asobal tras el descenso del Arrate
Así las cosas, el Anaitasuna coge el toro por los cuernos y se lanza a la aventura en la élite del balonmano español. Veremos si el conjunto de Pamplona (tiene mérito tener dos equipos Asobal en la misma ciudad) es un animador de la competición o se convierte en la cenicienta de la liga y los partidos contra ellos son un entrenamiento con público, sin ninguna emoción más allá qué saber el número de goles que reciben.
Desde luego, lo que sí habría sido imperdonable es una Asobal con 15 equipos por la manga ancha que se ha tenido con el Arrate cuando, a todas luces, la viabilidad del equipo, por los motivos que sea, era algo más que complicada e imposible.
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